Recientes estudios han confirmado que posee leptina, una proteína que ayuda a regular el apetito.
La leptina se libera principalmente del tejido adiposo, indicándole al hipotálamo que no necesita acumular mas reservas y ordena disminuir el apetito. Está presente además de en el tomate, en otras verduras como la coliflor, la calabaza, las coles de bruselas o el brócoli.
El tomate tiene grandes propiedades antioxidantes.
El tomate es una fuente interesante de fibra, minerales como el potasio y el fósforo, y de vitaminas, entre las que destacan la C, E, provitamina A y vitaminas del grupo B, en especial B1 y niacina o B3. Además, presenta un alto contenido en carotenos como el licopeno, pigmento natural que aporta al tomate su color rojo característico. El alto contenido en vitaminas C y E y la presencia de carotenos en el tomate convierten a éste en una importante fuente de antioxidantes, sustancias con función protectora de nuestro organismo.
La vitamina E, al igual que la C, tiene acción antioxidante, y ésta última además interviene en la formación de colágeno, glóbulos rojos, huesos y dientes. También favorece la absorción del hierro de los alimentos y Aumenta la resistencia frente las infecciones.
La vitamina A es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico, además de tener propiedades antioxidantes.
La niacina o vitamina B3 actúa en el funcionamiento del sistema digestivo, el buen estado de la piel, el sistema nervioso y en la conversión de los alimentos en energía.
El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, además de intervenir en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.
El tomate es hipocalórico, una pieza de tamaño medio tiene unas 27 calorías, gracias principalmente al alto contenido en agua (94%).